La mirada económica de Gay de Liébana: “¿Dónde está el dinero?”
La trituradora de gasto público que es nuestro Estado ha devorado nuestras contribuciones y tiene la caja seca y la deuda al límite
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El profesor José María Gay de Liébana analiza en ‘Herrera en COPE’ las claves económicas del día.
No hay dinero, Don Carlos, por parte del Estado para afrontar el apocalipsis económico que se vislumbra. Y no será porque los españoles no hayamos apoquinado todos estos años, pasando de pagar en 2011 350.000 millones de euros entre impuestos y cotizaciones sociales a 440.000 millones en 2019. Sin embargo, la trituradora de gasto público que es nuestro Estado ha devorado nuestras contribuciones y tiene la caja seca y la deuda al límite.
El otro día, Kristalina Georgeiva, directora-gerente del FMI lo decía: esta semana conoceremos las perspectivas de la economía mundial con las peores secuelas económicas desde la Gran Depresión. Ambiente, pues, apocalíptico, Don Carlos, con 170 países cuyas economías se desploman y una crisis que golpea sin piedad al comercio minorista, hostelería, transporte y turismo, cobrándose víctimas en autónomos, empleados de pequeñas y medianas empresas y abocando a los infiernos a las pymes. El FMI apela a proteger a las personas y empresas afectadas con medidas fiscales, incluyendo aplazar el pago de impuestos.
¿Dónde está en España la protección por parte del Gobierno a las empresas o es que también por orden ministerial se las intervendrá? Es imperativo tender un salvavidas a los hogares y las empresas, afirma la señora Georgieva. Llegarán ahora 24.000 millones de euros del dinero desbloqueado por el MEDE como ayuda europea, ojo, a título de préstamo laxo sin condiciones, para afrontar los costes sanitarios del virus. Con eso no hay para empezar. Nuestro Gobierno no mueve ficha en favor del tejido empresarial y la debacle tendrá tintes apocalípticos. De 2015 a 2019, nuestro Estado ha ingresado 2.245.534 millones de euros y sus pasivos han aumentado en 266.584 millones. ¿Dónde está el dinero, Don Carlos? ¿Se ha actuado con diligencia o es la propia gestión del Estado la que nos precipita al apocalipsis?