Yolanda, víctima del atentado del 17A, denuncia la falta de atención psicológica: "No es fácil pasar página"

Seis años después del atentado ocurrido en Barcelona, los afectados acusan el abandono de las instituciones a la hora de reparar el daño emocional que deja una catástrofe así

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Yolanda, víctima del atentado del 17A, denuncia el abandono de las instituciones: "Ya es tarde"

Redacción La Linterna Belén Collado

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“Estábamos a la altura de La Boquería, más o menos a la mitad de las Ramblas. Nos dirigíamos hacia el puerto, yo iba con mi madre y mis dos hijos, que en ese momento tenían 10 y 4 años. Salimos al paseo de las Ramblas, yo giré a la izquierda y vi toda una avalancha de gente que venía hacia nosotros. Se abrió paso la furgoneta, disparando cuerpos a todos lados, y en ese momento, yo creo que fueron décimas de segundo, como pude alargué el brazo izquierdo y cogí a Iván, mi hijo que iba un paso por delante de mí. Tenía dos personas delante que no pude hacer nada y las arrolló”. Es el testimonio de Yolanda Ortíz, víctima del atentando del 17A en Barcelona, hace ya seis años.

Cuando hablamos de víctimas, siempre se nos va la cabeza a los fallecidos o a los heridos, es decir, nos fijamos en el daño físico. Pero también es importante el daño emocional y psicológico que deja una catástrofe como esta. Un daño que a día de hoy aún no han podido reparar, como cuenta Yolanda. “En el tiempo todo pierde intensidad, pero son imágenes y recuerdos que no vamos a olvidar, pero aprendes a convivir con ellos”.

Pasar página de una tragedia así no es tan fácil

Como víctima de un atentado considera que “socialmente no estamos preparados para entender que una persona pueda quedar afectada gravemente por vivir una situación así”. En estos seis años mucha gente le ha llegado a decir que olvide, pase página y que se sienta afortunada de que no les ocurriera nada grave aquel 17 de agosto, a lo que ella critica que sufrir un atentado es “más que haber salido vivos”.

Por suerte, los afectados por la desgracia ocurrida en las Ramblas han mantenido contacto en estos años para compartir sus historias de aquel día, tanto las propias víctimas como familiares de los fallecido. Así han podido conocer quiénes y cómo eran las personas que personas que perdieron la vida allí.

“No es tan fácil olvidar y pasar página, como se suele decir, y estoy plenamente convencida de que a nivel social estamos muy verdes en el tema emocional, en entender que esto no se supera así como así”, insiste Yolanda, que subraya la importancia de la ayuda psicológica en estas circunstancias.

Una manera de superar en cierto sentido ese trauma es volviendo a pisar el mismo escenario donde ocurrió. Yolanda y su familia volvió a hacer el mismo recorrido que aquel fatídico día justo tres años después del atentado. “Decidimos que era hora de enfrentarnos a hacer lo mismo que aquel 17 de agosto”, recuerda Yolanda. Acompañados por una psicóloga y por el presidente de la Asociación del 11M, que les ayudaron bastante, basándose en que lo importante era crear nuevos recuerdos de ese mismo lugar.

De todos modos, Yolanda confiesa que le sigue costando trabajo bajar por las Ramblas cada vez que va a Barcelona. “Es difícil, pero dimos un pasito más hace tres años. Ahora cuando bajamos ese paseo ya no es tan intenso”.

La atención a los supervivientes de un atentado, la asignatura pendiente

Otro de los aspectos negativos que ve Yolanda a raíz de esta desgracia es el abandono que sufren las víctimas. “Fuimos a pasar el día a Barcelona y en un momento dado me vi envuelta en todo esto, con dos niños, con mi madre, que no sabíamos qué estaba pasando y cuando nos empiezan a llegar las fotos de los terroristas, resulta que los conocíamos”. La familia de Yolanda reside a pocos kilómetros de donde se encontraba la vivienda de los autores del atentado. Con lo cual, el impacto emocional fue doble.

“De pronto me encontré en casa con un niño de 10 años con unos ataques de ansiedad tremendos, que no sabía que tenía que hacer con él”, relata Yolanda, puesto que ella también estaba pasando por su propio trauma. Recuerda que los primeros meses fueron “caóticos”, hasta que dieron con la UAVAT, la unidad de atención a las víctimas de terrorismo en Cataluña. Sin embargo, tuvo que buscar por su cuenta que algún pediatra atendiera a su hijo que estaba en shock, no hablaba y negaba así que el atentado hubiera pasado.

Por eso, Yolanda denuncia el abandono total por parte de las administraciones locales. “En la zona donde vivimos no se le dio mucha importancia a lo que nos había pasado, en ningún momento nos llamaron ni se preocuparon absolutamente de nada”. Una situación que se ha mantenido hasta hoy, seis años después.

Por parte del Ministerio dice que todavía sigue esperando una llamada también, para ver si llega el momento en el que les ofrezcan ayuda psicológica. “Ahora ya es tarde”, sentencia Yolanda.

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