'La Mañana de Fin de Semana'

Fernando de Haro: Pascua de trabajo para los fiscales alemanes

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Fernando de Haro: Pascua de trabajo para los fiscales alemanes

Fernando De Haro

Publicado el - Actualizado

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En Alemania el lunes de Pascua es fiesta. Durante este domingo domingo el tradicional conejo trae trae huevos de Pascua a los niños. Es una tradición que se remonta por lo menos hasta el siglo XVII. Los fiscales de la Audiencia de Schleswig Holstein van a disfrutar poco de las celebraciones de Pascua. Están estudiando la orden de detención emitida por España, que reclama a Puigdemont por los delitos de rebelión y malversación de fondos públicos. El vicefiscal general de Schleswig Holstein, Ralph Döpper, ha explicado en las últimas horas que el martes sabremos si pide la extradicción a la Audiencia. Es previsible que lo haga y que la Audiencia, en su momento, la conceda. El asunto tiene su miga para los alemanes. Los jueces alemanes tiene que pronunciarse sobre si los hechos descritos por el juez Llarena son constitutivos de delito según el Derecho alemán. Los jueces alemanes no decidirán si hubo o no violencia, darán por bueno el relato que ha presentado el magistrado Llarena y no interpretarán el Código Penal español sino la ley alemana. Eso sí, la interpretación que hagan del Código Penal alemán será importante para los casos que pudieran darse en Alemania en casos semejantes al de Puigdemont.

Hoy Puigdemont cumple una semana en la prisión de Neumünster. De momento no parece que esta semana le haya hecho cambiar de posición. En las últimas horas ha emitido el primer tuit desde que cedió el control de las redes sociales. Y en ese tuit ha asegurado: "que todo el mundo lo tenga claro: no claudicaré, no renunciaré, no me retiraré”. Ya veremos si el tiempo y las decisiones judiciales cambian esta testarudez. Desde luego si Puigdemont no cambia o si no le dejan de hacer caso Cataluña seguirá bajo el imperio de una testarudez que le hace mucho daño a los catalanes.

Mañana lunes también es fiesta en Cataluña. El martes se reanudará la actividad cien días después de las elecciones. Hace cien días no parecía posible que la situación política pudiera empeorar, pero lo cierto es que la crisis institucional y la herida social se han ahondado. Lo peor de todo es que se insiste en falsas “soluciones” imposibles que dan la espalda al sentir de la mayoría de los catalanes. No hay reencuentro en el horizonte, ni vía por explorar.

Recordemos brevemente lo sucedió estos cien días. Ciudadanos, el partido que ganó los comicios de Navidad renunció a gobernar la misma noche electoral. No puede conseguir una mayoría suficiente.

Los que sí podrían tener una mayoría suficiente, los partidos que defienden la independencia, no han conseguido una investidura. No lo han conseguido porque Puigdemont ha estado bloqueando toda situación razonable. Los independentistas primero propusieron un candidato imposible, que había huido del país para evitar a los jueces, y después un candidato en prisión. El único candidato válido durante algunas horas, Jordi Turrull, que fue un candidato a palos, el único que efectivamente se votó, no consiguió un apoyo suficiente de los partidarios de la secesión. El independentismo no forma un bloque tan monolítico como parece.

La detención en Alemania del ex president Puigdemont hace ahora una semana ha cerrado el “paréntesis” de sus cinco meses en Bélgica. Un paréntesis que le permitió esquivar la eurorden en la que se solicitaba su detención por haber cometido un presunto delito de rebelión. Salvo sorpresa, las autoridades judiciales alemanas los entregarán a España. Durante este tiempo Puigdemont ha sido, desde el exterior, el líder único del independentismo, el que ha bloqueado cualquier Gobierno para Cataluña que aplazara o “pospusiera” la república independiente. Está por ver si en sus nuevas condiciones puede ejercer ese liderazgo.

Aquella media Cataluña (47,4 por ciento de los votos y dos millones de electores) que votó a favor de las fuerzas independentistas no ha tenido ni secesión ni un diálogo bilateral para encontrar una “solución política”. Era lo que se le prometía.

En lugar de la independencia o de una negociación bilateral hay un auto del juez del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, en el que se procesa a 25 líderes del independentismo, de los que nueve (diez con Puigdemont) permanecerán en prisión hasta la celebración del juicio. El auto del juez argumenta que los promotores de la secesión son responsables de actos violentos. No ha habido fiesta alguna, como se les prometió, ni tampoco revolución pacífica. Hay un auto contundente el que un juez serio argumenta que hubo violencia. Ayer el ministro Zoido, asegura que "acosar" a quienes no comulguen con el independentismo es "violencia" e intentar imponer un proyecto excluyente "no es democrático".

Respondía a Pep Guardiola, el entrenador del Manchester City, quien se refirió a la situación política en Cataluña y dijo que es "una gran injusticia" que los comparen "con ETA o con la Kale Borroka".

A partir del martes, cuando se reanude la actividad tras la pausa de la Semana Santa, el protagonismo va a ser para las decisiones las decisiones judiciales y para el debate jurídico en torno a la responsabilidad que se produjo y en torno a quien fueron responsables de la violencia.

Va a ser así porque el Parlament va a seguir paralizado. El tuit de Puigdemont - "que todo el mundo lo tenga claro: no claudicaré, no renunciaré, no me retiraré”- tiene una traducción muy fácil. No voy a consentir -dice Puigdemont- que nada se mueva.

No va a salir adelante el Gobierno de concentración del que ha hablado Iceta. Los independentistas no van a proponer un candidato viable, porque es Puigdemont el que seguirá mandando. Ya hay, como el secretario de organización del PSOE que habla de nuevas elecciones.

¿El resultado electoral de hace cien días exige este bloqueo? ¿La mitad de Cataluña demanda esta situación? No es verdad. Esa es parte de la mentira que impone Puigdemont. La encuesta del CEO, el gran sondeo público sobre la opinión de los catalanes mostraba ya hace un mes que solo un 19 por ciento apuestan por la vía unilateral de la secesión (la defendida por la mayoría independentista del Parlament). Un 54 por ciento rechazaba cualquier tipo de secesión. El modelo territorial vigente es la opción con más partidarios (36,3 por ciento). Indicios de que el bloqueo en posturas de ruptura (hacia fuera y hacia dentro) se hace contra el pueblo catalán, incluso contra buena parte de los votantes independentistas.

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