Monta una peluquería en su casa de Murcia y la llamada de un joven cliente trastoca totalmente su negocio
Se llama Christian y contaba en 'La Tarde' cómo su idea de negocio se vio totalmente cambiada por lo que le había contado este cliente
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Si uno lo ve por fuera, parece un local bastante sencillo. Está en una céntrica calle de Murcia, y nada haría que te llamase la atención, porque en su fachada no hay ni carteles deslumbrantes ni anuncios. Si quieres entrar, te acompañará el sonido de una campanilla.
Si entras a dicho local, parece una barbería y peluquería al uso, pero detrás se esconde el sueño de un joven de 19 años que no ha querido montar un negocio sin más, sino que quiso hacer algo muy especial.
Todo comenzó cuando él era muy pequeño, unos 8 años aproximadamente. Se llama Christian Martín, es de Murcia, y si cuenta por qué quiso crear este especial negocio, nos habla de un cuarto sin apenas luz y su amigo Miguel, que no quería cortarse el pelo y lloraba a mares por ello.
Más tarde, cuando era un adolescente y no pudo ir a la peluquería a hacerse un cambio de look y tuvo que hacérselo a sí mismo tiñéndose el pelo, el sueño de ser estilista volvió a él.
Desde entonces ha estado luchando por ello, pero ha conseguido hacer un negocio más especial que una simple barbería: cortarle el pelo a personas que tienden a ser olvidadas por la sociedad.
Su negocio está orientado a cortar el pelo y atender a personas con autismo, TDAH, fotofobia, fonofobia o hiperosmia. Su peluquería se adapta, en el mismo momento, a las necesidades de estos.
De una peluquería en su casa a en una calle de Murcia
Cuando su amigo Miguel, con apenas ocho años, lloraba a mares porque a causa de sus sensibilidades no podía cortarse el pelo, a Christian Martín le nació un sentimiento de empatía que ya nunca le abandonaría.
Supo que él tenía que ayudar a aquellos con sensibilidades especiales que, en locales comunes, no pueden cortarse el pelo. Él, en su local, pregunta, escucha con atención a todos sus clientes, si alguno lo necesita, apaga las luces, o si necesitan charlar y adaptarse, les saca juguetes y juega con ellos mientras les explica cómo es el proceso.
Christian desborda empatía y eso se nota nada más entrar a su local en Murcia. Un local que comenzó en su casa y que, gracias a un pequeño cliente, llegó a estar en una céntrica calle de la ciudad.
“Desde pequeño estoy cerca de este mundo en mi entorno, me atreví a cortarles a ellos y vi que estaban más cómodos en casa y tuve claro que cuando montase esto dedicarles un área especializada a ellos” empezaba explicando.
A su pequeña peluquería le llamó un joven cliente, pidiendo cita para su hermano. “Vino un peque que se cortaba una vez al año, la madre me dijo que no creía que le pudiera cortar a la primera, porque siempre les costaba más de una vez. Tras estar desde las siete de la tarde hasta las doce y media salió con el corte hecho y me llama la madre que su hermano le dijo que tenía el pelo largo y pidió llamarme” decía.
Aquello cambió su concepción, y se dio cuenta de que su local tenía que ser algo más que una barbería. “Es un sitio tranquilo con atención al 100%, desde hacerme su amigo a que salgan riéndose”.
Así pues, el espacio está alejado de lo que tienes en mente de una barbería normal. “Con colores neutros, muy grande, diseñada con mucho espacio y al ser colores neutros todos están acogidos. Una vez entramos tenemos el sillón, el mostrador y una cueva, que es otra dimensión, con neones, pared de ladrillos...Pasamos a nuestra sala de diversidad funcional ambientada con dibujos animados y todos estamos cómodos” explicaba.
El agradecimiento de todos sus clientes
Poco a poco, ha ido teniendo su propia lista de clientes que están felices de ir a su establecimiento y que les atienda Christian. Todos, hasta los más rebeldes, son capaces de salir felices de su peluquería.
Algo de lo que está muy orgullosa su madre, Maite, que ha sido su gran apoyo para abrir su local.
“Es mucho más que una barbería, es su gran ilusión. Lleva desde los 10 años soñando con esto, no había cumplido 15 años cuando su proyecto estaba plasmado en papeles. Era muy traumático para él cómo amiguetes necesitaban ir a cortarse el pelo y lo pasaban muy mal, cuando él por fin montase su barbería, tendría su gran espacio para esas personas que tienen unas necesidades” decía.
Para ellos, es el mayor de los triunfos, igual que para María José, la madre del primer cliente que tuvo. “Uno de mis hijos cogió al pequeño cita en esta peluquería, y no le agrada mucho ir a cortarse el pelo, pero le gustó Christian y se sintió en paz, de ahí a ser asiduos” decía.
“Christian es un mago con las tijeras” sentenciaba. En su barbería no solo se corta el pelo, sino las barreras sociales.