Una psicóloga advierte del efecto oculto que provoca en el cuerpo un episodio de ira: "A las seis horas"

En 'La Tarde' Pilar Cisneros ha querido saber si la ira y los enfados afectan a nuestra salud, y lo ha hecho junto a Lorena Carrasco, psicóloga experta en gestión emocional

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Una psicóloga advierte del efecto oculto que provoca en el cuerpo un episodio de ira: "A las seis horas"

Redacción La Tarde

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Los hay quienes se enfadan más y los que saben controlar mejor sus emociones, pero todos nos enfadamos es inevitable. La Universidad de Harvard ha realizado un estudio durante los últimos 8 años a más de 600 personas, y han demostrado que la capacidad pulmonar se reduce cuando nos enfadamos.

¿En qué aspectos afecta la ira a nuestro organismo?

Pilar Cisneros ha charlado con Lorena Carrasco, psicóloga experta en gestión emocional para profundizar en este tema. La experta ha normalizado el fenómeno de la ira: "Es una emoción natural que surge ante situaciones que podemos detectar como amenazantes o injustas. También es una emoción movilizadora, nos ayuda a defendernos y a protegernos".

Los expertos denominan a los efectos de un gran enfado como "el síndrome del corazón roto", porque sí, el corazón puede dolernos por un enfado. Duele el corazón porque a veces se contrae con más fuerza de lo normal, y si a eso le unimos que aumenta la tensión arterial y estrecha los vasos sanguíneos, pues en personas con el colesterol alto pueden llegar a romperse los tejidos de las arterias coronarias.

También debemos cuidar de nuestro cerebro, el enfado, la ira y la violencia son reacciones rápidas, bruscas, prácticamente inmediatas. De hecho forman parte de esos instintos primarios que afloran para enfrentarnos a situaciones que no controlamos. Y que a largo plazo podrían cronificarse y afecta a la memoria.

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¿Qué ocurre en nuestro cerebro cuando nos enfadamos?

Carrasco explica cómo funciona este proceso: "Aumenta la noradrenalina que está muy relacionada con la presión arterial, la adrenalina y la dopamina, que en realidad está más relacionado con el placer y la relajación. Pero dependiendo de la zona del cerebro donde se genere puede activarnos más zonas relacionadas con la competitividad y mecanismos de defensa".

Los nervios también se amarran al estómago, en estas situaciones nos quitan el apetito o incluso pueden generar mal estar. También debilitan nuestro sistema inmunitario, hay estudios que han llegado a medir que nuestros anticuerpos disminuyen a las seis horas de un episodio de ira.

¿Y si reprimimos el enfado? ¿Es mejor o peor?

La ira es una emoción natural y necesaria. La clave está en encontrar un equilibrio entre poder permitirnos la ira, y a la vez no caer en explosiones demasiado catastróficas tanto para nuestro cuerpo como para nuestras emociones: "Las habilidades sociales son lo más importante para gestionar la ira, una buena comunicación afectiva, empatía... No hay que tragárselo".

Aunque parezca que hay gente que no se enfada, es imposible, todos los hacemos. Lorena explica la diferencia que hay entre este tipo de personas, y las más irascibles: "Todo el mundo se enfada, pero la capacidad de expresarlo hace la diferencia. Las personas que son muy reactivas puede ser por una incapacidad de comunciar su emociones".

Cualquier persona está expuesta a enfadarse, no hay una franja de edad determinada que sea más propensa. Los enfados dependen de la realidad que vive cada uno y del momento vital y anímico que atraviesa. Si una persona tiene una gran frecuencia de enfados, los expertos recomiendan a esa persona que acuda a terapia para aprender a gestionar las emociones.

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