Feliz Año Nuevo 2018
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Mons. Manuel Herrero ¡Feliz año nuevo, palentinos! ¡Feliz 2018!
se es mi deseo para todos y cada uno de vosotros, como, estoy seguro, lo deseáis vosotros igualmente a todos. Los de la Montaña, los de Valle, los de la Ciudad, los de Campo, los del Cerrato, los del Camino de Santiago, los de cada uno de nuestros pequeños o grandes ciudades, villas y pueblos. ¡Feliz año a los de Velilla del Río Carrión deseando que se mantenga la Térmica; a los de Aguilar, deseando que la celebración de las Edades del Hombre sea, sobre todo, un éxito espiritual; a los de los pueblos que tienen preciosos templos románicos que vean cómo aumentan sus visitantes para ver sus Iglesias, casas de Dios y casas donde se reúnen las comunidades cristianas; que descubran los grandes valores que encierran nuestras gentes!¡Feliz año a las familias agricultoras y ganaderas deseando que vengan las lluvias a su tiempo!
Con la liturgia, elevo esta súplica bendicional: "Dios, fuente y origen de toda bendición, os conceda su gracia, derrame sobre vosotros la abundancia de sus bendiciones y os proteja durante todo este año que hoy comenzamos. Él os mantenga íntegros en la fe, inconmovibles en la esperanza y, en medio de las dificultades, perseverantes hasta el fin en la caridad. Él os conceda un feliz y próspero año nuevo, escuche siempre vuestras súplicas y os lleve a la vida eterna". ¡El Señor os bendiga y proteja; ilumine su rostro sobre vosotros y os conceda su amor y gracia; que el Señor se fije en cada uno y os conceda la paz!
Pero no podemos contentarnos sólo con desear y pedir; hemos de hacer lo posible para que sea feliz, especialmente para los pobres, los que están solos, enfermos, parados, refugiados, emigrantes, los labradores y ganaderos, ancianos, los jóvenes y los niños.
Para que todos nuestros anhelos se vean poco a poco logrados, con la ayuda de todos, os invito a vivir este año a la luz de Cristo. No en vano los años se cuentan desde el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Que tengamos los ojos, de la cara y del corazón, fijos en Él, en su persona, ejemplo y palabra. Estamos todos los hombres y mujeres bajo la bendición del padre que nos ha bendecido en Cristo con su Espíritu.
Comenzamos el año con la fiesta de Santa María, la Madre de Dios y nuestra Madre. Que ella nos enseñe a vivir de cara a Dios, dóciles, oyentes de su palabra, orantes, y de cara a todos los hombres, cercanos y lejanos, creyentes o no creyentes, sean del color, ideología o religión que sea, con un amor servicial, sensible a las situaciones del prójimo, comprometidos con la causa de los más humildes y últimos.
Siempre, desde hace 51 años, la Iglesia une el 1 de enero con la celebración de la Jornada Mundial de la paz. Este año el papa Francisco, nos ha regalado un mensaje que se titula: "Migrantes y refugiados: hombres y mujeres que buscan la paz". Él mismo no para de llamar la atención a los pueblos y sus autoridades, especialmente a las europeas, sobre la necesidad de no cerrarse ante el problema de tantos hermanos nuestros que buscan, por diversos motivos, la paz, una vida digna y feliz. Recuerdo las llamadas hechas en Grecia, el sur de Italia, y hace muy poco en Myanmar y Bangladesh.
Con el papa Francisco sugiero que edifiquemos nuestra convivencia sobre estas cuatro piedras angulares para la acción y así todos podamos vivir en paz: acoger, proteger, promover e integrar. Todos podemos vivir en estas claves, desde el niño más pequeño a la persona con más edad.
1. "Acoger" recuerda la exigencia de la hospitalidad, acoger con entrañas de misericordia al otro, como Dios nos acoge en Cristo, abrazándonos, perdonándonos, celebrando fiesta por el encuentro. Acoger con buena cara, con buen corazón como nos gustaría que nos recibieran siempre a nosotros.
2. "Proteger": El pecado de Caín no fue sólo quitar la vida de su hermano Abel, matarle físicamente, sino, sobre todo, en el corazón, no reconociéndole como hermano. Tenemos que reconocer y garantizar la dignidad inviolable de cada persona, evitar la explotación, el abuso, y levantar la voz si se da entre nosotros o en el mundo.
3. "Promover": Tenemos que apoyar el desarrollo humano integral de todos, particularmente de los migrantes y refugiados. Para eso tenemos que comprometernos en la educación de los niños y los jóvenes; que tengan acceso a todos los niveles de la educación según sus capacidades, que estés preparado para vivir en clave de encuentro, en diálogo, en vez de clausura y enfrentamiento con los demás.
4. "Integrar", que significa trabajar para que todos participen plenamente en la vida de la sociedad, de la Iglesia; hacerles partícipes en igualdad de nuestros proyectos, alegrías, penas, tristezas y esperanzas, haciéndoles y dejándoles espacio para que ellos puedan aportar fecundamente sus propias culturas, valores, vivencias y trabajos.
¡Feliz año, hermanos y hermanas!
+ Manuel Herrero Fernández, OSA.
Obispo de Palencia