Madrid - Publicado el - Actualizado
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Cada momento de la Vida Oculta de Jesús siempre es una Manifestación como resaltan los Padres de la Iglesia. Hoy nos encontramos con la Fiesta de la Presentación del Señor en el Templo. También conocida como La festividad de Nuestra Señora de las Candelas, la celebración se remonta a Jerusalén en el siglo IV.
Según marcaba la Ley de Moisés, a los cuarenta días de nacer, todo varón debía ser consagrado al Señor. Esto es lo que hacen la Virgen y San José con el Niño Jesús. En el Evangelio según San Lucas, se relata este Pasaje en el que al entrar con su Hijo en el Templo, llegó un anciano piadoso llamado Simeón, al que el Espíritu le prometió que no moriría sin ver el consuelo de Israel.
Este bendijo a Dios y entonó un cántico de alabanza al Salvador. También profetizó a María que una espada le atravesaría el alma, fruto de que el Recién Nacido iba a ser Bandera discutida y signo de contradicción. Igualmente pudo contemplar y alabar al Cielo una anciana llamada Ana que servía y oraba en la Casa de Dios.
En la Misa de esta día, cobra especial relevancia la Entrada Procesional al Templo con las velas encendidas después de ser bendecidas en el atrio. Ya lo hacían los primeros cristianos y por eso se le dio este nombre a la Virgen. La Presentación es una de las Fiestas del Señor en el Tiempo Ordinario junto a la Transfiguración y la Exaltación de la Santa Cruz.
Y cuando coincide en domingo como este año se celebra la Presentación con rango de Solemnidad y no de Fiesta. De la misma forma el 2 de febrero supone el fin de la Navidad de alguna manera porque se trata de una celebración de la Infancia de Jesús.