Cáritas alerta de que hay familias que comparten viviendas de alquiler: "Ya no es solo una alternativa, sino una solución para muchos"
Cáritas presenta un informe de vivienda que afirma que muchos comparten piso por necesidad y que esto difumina el concepto de vivienda digna
Encontrar un piso de alquiler en España es cada vez más complicado
Madrid - Publicado el
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Encontrar un piso de alquiler en España, al menos uno en las principales ciudades del país, no es nada sencillo. Por un lado, para quienes quieren arrendar, se encuentran con la complicación de que no hay muchas viviendas que se encuentren en alquiler y, además, los precios están muy altos; y, por el otro, el de los propietarios, a pesar de que hay mucha demanda y cada vez crece más en ciudades como Madrid, Barcelona, Málaga o Valencia, es necesario fiarse de a quién se le alquila la casa para evitar impagos u otros problemas.
En esta línea, Cáritas Diocesana de Barcelona y el Observatorio de la Vivienda Digna de Esade han elaborado un informe que afirma que vivir en habitaciones compartidas ha pasado de ser “una alternativa transitoria a una solución permanente” para muchas personas que no se pueden pagar o no encuentran una vivienda para ellos.
El informe, cuyo nombre es 'Exclusión compartida, vivir en una habitación en un contexto de exclusión residencial y social', ha sido elaborado con 62 entrevistas y 4 grupos de discusión
Uno de los técnicos que ha elaborado este informe es Guillermo Oteros, que en Ecclesia al Día ha desgranado las claves de estos datos. Asegura que “apenas hay políticas públicas que garanticen el acceso a una vivienda digna y su mantenimiento” y que es por eso por lo que muchas familias se ven obligadas a vivir compartiendo piso.
Otras de las problemáticas son “la inseguridad jurídica, puesto que la mayoría de personas no disponen de un contrato escrito, o la dificultad para empadronarse, ya que el titular de la vivienda o del contrato puede negar o dificultar la opción de hacerlo”, explica el técnico. Esto conlleva, por ejemplo, no poder escolarizar a los hijos en la escuela del barrio o no tener acceso al Centro de Atención Primaria más cercano, entre otras cosas.
EL CONCEPTO DE VIVIENDA DIGNA
Muchas de estas familias, además de no disponer de un contrato escrito, lo que les genera miedo y ansiedad por lo que pueda ocurrir, tampoco cuentan con un espacio suficiente para relajarse en su propia casa. Esto se debe a las restricciones en el uso de espacios compartidos, que deben preestablecer con otras familias con las que comparten piso.
“Vemos gente que lleva años conviviendo con unas condiciones de habitabilidad deficientes”, explica Oteros, que incluso hace hincapié en el hacinamiento: “Hay casos de restricciones en el uso de espacios compartidos que provoca que familias de cuatro integrantes con un horario para cocinar, se vean obligadas a comer en la habitación”.
Guillermo Oteros alerta que, en estos casos, “el concepto de una vivienda digna tiende a difuminarse” y que, por tanto, “aceptamos una serie de realidades que no es normal aceptar”. Incluso, señala que estos efectos pueden generar cierta exclusión residencial en los niños, ya que viven en un entorno reducido sin estímulos.