Granada celebra la beatificación de los 16 mártires: "Su santidad es una gracia para toda la Iglesia"

Las cámaras de TRECE han estado este sábado en la ciudad de Granada para ofrecer a sus espectadores en directo la beatificación de 16 mártires

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Santiago Tedeschi Prades

Publicado el - Actualizado

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Las cámaras de TRECE han estado este sábado en la ciudad de Granada para ofrecer a sus espectadores en directo la beatificación de 16 mártires que fueron asesinados por odio a la fe en la década de los años 30 del siglo XX.

Los nuevos beatos, Cayetano Giménez Martín y 15 compañeros suyos, sacerdotes de la diócesis de Granada en su mayoría, murieron asesinados entre julio y septiembre de 1936 como resultado de la persecución religiosa en la que sufrieron personas, edificios e instituciones católicas.

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El card. Marcello Semeraro, prefecto para las Causas de los Santos, ha presidido la Santa Misa y durante la Homilía ha querido expresar un mensaje de agradecimiento “porque los santos – todos los santos – son un don de Dios [...] No es, por tanto, la santidad una conquista humana, sino un don que recibimos del Señor”.

“Los mártires que hoy honoramos y veneramos, como tantos otros de esta maravillosa tierra, han dado su testimonio a Cristo soportando grandes penalidades y sufriendo la muerte misma, en el contexto, de carácter anticristiano, de aquellos trágicos y dolorosos acontecimientos. Los sacerdotes y los fieles que hoy han sido beatificados fueron, desde el inicio, señalados como «mártires de Granada», ya que en su Causa de beatificación se vieron pronto involucrados los arzobispos de esta Iglesia y el entero pueblo cristiano de Granada”, ha dicho el card. Semeraro.

El prefecto para las Causas de los Santos ha pedido que el “ejemplo de fidelidad a Cristo que encontramos en el sangriento fin de la vida de los nuevos beatos sea, entonces, premisa y promesa de una nueva siembra. Surja de ella el grano suficiente para comenzar una gran multiplicación del pan, para saciar el hambre de la multitud de los hombres. La santidad de los mártires, de hecho, no es nunca un evento del pasado; es siempre, al contrario, una gracia para la Iglesia”.

Al final de la homilía, el cardenal ha recordado que los mártires de Dios “son aquellos que nos guían, los que nos ayudan a mirar nuestra propia vida. No debemos, por tanto, tener miedo de mostrarles nuestras enfermedades, porque ellos mismos, aún habiendo conseguido la victoria, han experimentado la fragilidad humana”.

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Las palabras del arzobispo de Granada

Al final de la Celebración Eucarística, el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez Fernández ha querido dedicar unas palabras a los 16 mártires que acaban de ser beatificados: “Contar con 16 nuevos beatos en nuestra Iglesia particular no es simplemente un honor, para la diócesis y para los lugares en los que han nacido, han ejercido su ministerio o han dado la vida. Mejor dicho, claro que lo es, y grande, para todos nosotros, y para sus familias también. Pero además de un honor ellos son sobre todo una gracia que el Señor nos hace y una fuente poderosa de intercesión”.

El arzobispo ha pedido además que esta intercesión es “tanto más necesaria en este momento, cuando una nueva guerra – esa horrible derrota de nuestra humanidad – acaba de estallar en Europa. Les pedimos a los nuevos beatos que intercedan ante el Señor y que obtengan para los países implicados en esta guerra y para todo el mundo el don de la paz y de una convivencia basada, no en intereses políticos o económicos, sino en nuestro común reconocimiento como hermanos, hijos del mismo Dios”.

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“En un tiempo como el nuestro, en el que el sentido y el significado de la vida humana están tan confusos, y son objeto de tantos tanteos desorientados en medio de la niebla, ellos muestran con la nitidez de un día claro de primavera, en la sencillez de sus vidas y de sus muertes, cuál es el significado de la vida, qué es lo que hace posible — o mejor, quién hace posible — vivirla con alegría y esperanza”, ha dicho el arzobispo.

Francisco Javier Martínez Fernández ha pedido además que los nuevos beatos “nos descubran que la evangelización no es una cuestión meramente de ideas, sino de testimonio; que no se trata de “conseguir adeptos” a una manera de pensar o a unas creencias, sino de un servicio a la esperanza de los hombres, de todos los hombres; y que el método no consiste en “convencer” a base de razonamientos dialécticos, sino en ser en la vida un reflejo del amor y del afecto de Dios a cada persona, a su destino y a su vocación en Cristo”.