El testimonio de Sor Margherita, al lado de Juan Pablo I el último día de su vida: "Era amable con todos"
El 'Papa de la sonrisa', que fue pontífice solamente 33 días, será beatificado este domingo, 4 de septiembre de 2022, por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro
Publicado el - Actualizado
2 min lectura
El Papa Juan Pablo I, el 'Papa de la sonrisa', que permaneció como pontífice solamente 33 días, será beatificado este domingo, 4 de septiembre de 2022, por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro.
Este viernes, durante la rueda de prensa de presentación de la beatificación de Juan Pablo I, se pudieron escuchar las palabras de la Hermana Margherita Marin, la única persona viva que estuvo cerca de Albino Luciani en las últimas horas de su vida. Un testimonio impactante, muy emocionante. Al amanecer del 29 de septiembre de 1978, la hermana comprobó que el Pontífice había fallecido.
"Era amable con todos"
“Vi a Juan Pablo I, por primera vez, dos días después de la elección junto con las otras hermanas de nuestra comunidad, llamadas a realizar el servicio de asistencia en el apartamento pontificio. Nos acogió con sencillez y nos dijo que rezáramos por él, porque el Señor le había dado una carga, pero con su ayuda y nuestras oraciones la llevaría adelante”, dijo una emocionada Margherita al principio de su intervención.
La hermana, leyendo su discurso, recordó que durante ese mes de pontificado, “lo vi siempre tranquilo, sereno, seguro, parecía haber sido siempre el Papa y en las oraciones se le notaba unido al Señor. Sabía tratar a sus colaboradores con mucho respeto, siempre disculpándose por molestar. Nunca lo vi tener gestos de impaciencia con nadie. Infundía coraje y era amable con todos”.
Los detalles del último día de Juan Pablo I
La hermana Margherita recordó con muchísimos detalles el último día del Papa Juan Pablo I: “Por la mañana entró en la capilla a rezar a la hora habitual y celebró con nosotros la Santa Misa. Desayunó y se detuvo un rato a leer los periódicos. Bajó para las Audiencias Privadas y sobre las 11:30 volvió a subir y recuerdo que vino a la cocina pidiéndonos un café. Comió con sus secretarios y se retiró para su descanso habitual”.
Ese día, Albino Luciani se quedó en casa y no recibió a nadie “porque estaba preparando un documento para los obispos. Recuerdo bien esa tarde porque yo estaba planchando con la puerta abierta y lo veía caminar todo el rato con sus hojas. Leía, se paraba y seguía caminando”.
"Me parece verlo todavía en la puerta"
“Mirándome planchar me dijo de no trabajar mucho porque con el calor él cambiaba mucho las camisas. Me dijo de planchar solamente las mangas porque lo demás no se veía. Nos recibió después de la cena y se retiró a su estudio. Nos dijo como siempre: “Hasta mañana, hermanas, si el Señor quiere podemos celebrar la Misa juntos”. Tengo grabado en la memoria un detalle de ese momento: estábamos todos juntos y el Santo Padre, cuando ya estaba en la puerta de su estudio, se volvió y nos saludó de nuevo, sonriente. Me parece verlo todavía en la puerta, alegre como siempre. Es la última imagen que tengo de él”, dijo al acabar su discurso una emocionada Margherita.