El Papa Francisco da trabajo a Pato, el camerunés que perdió a su familia en el desierto de Túnez

El Pontífice conoció la tragedia de la familia de Pato: su mujer e hija de seis años murieron de sed tras regresar a Libia. Ahora, trabajará como vigilante de los Museos Vaticanos

Video thumbnail
00:00

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

El Papa Francisco ha dado trabajo como vigilante de los Museos Vaticanos a Mbengue Nyimbilo Crepin, más conocido como Pato, el migrante de origen camerunés que perdió a su mujer Fati y a su hija de seis años, Marie, en el desierto de Túnez.

Una historia dramática con tintes de esperanza, la que proviene del Papa Francisco y que hemos conocido a través del artículo de la corresponsal de COPE en el Vaticano, Eva Fernández, en 'Alfa y Omega'.

El matrimonio y su hija vivían en Libia, país donde se conocieron en 2016 en el campo de prisioneros de Qarabully. Trataron en varias ocasiones de escapar del país africano para darle a su hija un futuro con esperanza. Todas salieron mal. En una de ellas, Pato recibió un disparo que perforó el tímpano izquierdo.

La última ocasión fue el 13 de julio de 2023, cuando Pato, junto a Marie y Fati, lograron abandonar Libia y cruzar el desierto que separa el país con Túnez. En este último país fueron expulsados por la policía, que no tuvo reparo en devolver al desierto, a cincuenta grados de temperatura, a la familia de Pato con una menor a cuestas.

Esa noche volvieron a intentarlo, llegaron a territorio tunecino, pero mientras buscaban agua al día diguiente fueron nuevamente interceptados y devueltos al desierto.

Durante el regreso a Libia, Pato se despide para siempre de su mujer y su hija

Durante la travesía de regreso a Libia, Pato se empezó a encontrar muy mal, se dio cuenta de que no tenía fuerzas para continuar la marcha y tampoco quería ser una rémora para su familia. Rogó a su esposa que no se quedasen con él, porque entonces morirían los tres. Aquel momento fue terrible para Fati y Marie, pero no tenían otra opción, porque ningún miembro de la caravana estaba dispuesto a esperar a que Pato se recuperara. Lo prioritario era salvar a Marie y finalmente las convenció de que tenían que regresar a Libia cuanto antes. Allí él las buscaría.

Pero contrapronóstico, Pato se salvó tras ser acogido por tres sudaneses.Trató de buscar a su familia en Libia, convencido de que habían logrado llegar al país. Pero la realidad era bien distinta: ambas murieron de sed en el desierto.

La fotografía de Marie y Fati abrazadas sin vida dieron la vuelta al mundo. Pato se quedó sin aliento al reconocer a su familia en la misma posición que solían emplear cuando se acostaban juntas. Pero habían fallecido.

El Papa Francisco, conmovido por la historia de Pato

En Libia, Pato recibió ayuda a su regreso a Libia, pero decidió buscar un futuro mejor en Europa. Se embarcó en una barca en el Mediterráneo y llegó a Lampedusa. Fue socorrido por la ONG cuyo capellán es el joven sacerdote Mattia Ferrari, que le condujo hasta el Papa Francisco, quien había conocido la trágica historia de Pato y su familia.

El Pontífice y el camerunés rezaron por Fati y Marie. Ahora, meses más tarde, la vida le ha vuelto a darle otra oportunidad. El pasado 10 de julio Pato salió por la puerta del Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano con un contrato de trabajo indefinido bajo el brazo. Por indicación de Jorge Mario Bergoglio, el cardenal español Fernando Vérgez le puso delante unos papeles que cambiarán su vida para siempre: será vigilante de sala en los Museos Vaticanos. Desde ahora Pato es un trabajador más del Estado más pequeño del mundo.