San Damián de Molokai, apóstol de Jesús y María entre los leprosos

El Señor que se muestra en los necesitados para manifestar la fuerza de la Luz de la Gloria, escoge apóstoles que quieran trabajar entre los más necesitados. Es el caso del Padre Damián de Molokai, que celebramos hoy. De nombre José Veuster, nace en 1840 en Bélgica, y es hijo de familia numerosa. Sus padres son unos agricultores que venden los frutos de la tierra para ganarse el sustento. Durante sus estudios asiste a unos retiros que le descubrirán su vocación a la vida consagrada.

Entonces ingresa en los Sagrados Corazones de Jesús y de María. El Noviciado lo hará en Lovaina donde se quita su nombre original y toma el de Damián. Un hermano suyo ya le había precedido en la Congregación y anhela irse a tierras de misión y gran necesidad. Sin embargo enferma y Damián obtiene del Superior la posibilidad de suplir a su hermano. Concedido el permiso desmboca en Honolulú, ordenándose allí sacerdote.

La lepra, enfermedad bíblica, azotaba en zonas de subdesarrollo como era la Isla hawaiiana. Las autoridades quieren frenar la propagación de una pandemia en aquel lugar. Para conseguirlo, recluyen como unos marginados a los enfermos en Molokai. El Obispo, que pertenece casualmente a los Sagrados Corazones, invita a los religiosos para que acudan allí por turnos a visitarles. Así sentirán la cercanía de Dios. No obstante, no quiere forzar a nadie porque la misión conlleva la muerte segura.

Damián se ofrece el primero. Incluso, da un paso más allá, pidiendo quedarse de forma definitiva allí. Quiere ser el apóstol de Dios que muestra su condición de Padre en sus hijos más enfermos. La Fe le hace dar el optimismo a todos. Funda un hospital y lugares de aprovisionamiento. Él personamente cura las heridas y llagas de esos enfermos hediondos. Una década despues San Damián se verá contagiado y morirá entre ellos. Era el 15 de abril de 1889. En 1936 sus reliquias son llevados a Lovaina.