SANTORAL 1 OCT
Teresita de Jesús, desde el Carmelo impulsó el anuncio del Evangelio
Teresa pierde pronto a su madre. Una de sus hermanas ingresa en el Carmelo. Ella quiere acompañarla y convence al mismo Papa para poder hacerlo.
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La Santidad de vida se alcanza cuando hay madurez espiritual y humana. Es lo que también le pasó a Santa Teresa de Lisieux, más conocida como Teresita del Niño Jesús. Nacida en Alençon, Francia en el siglo XIX pertenece a una familia numerosa. Ella es la cuarta de nueve hermanos. Todo era vida y dulzura en el hogar hasta que muere la madre. Teresita se siente hundida. Pero su tristeza durará poco y es que su padre se dedica a ella por entero.
Es ingenioso y sabe dar a su hija un gusto de dulzura. Le enseña a amar a Dios y a rezarle porque Él tiene a la mamá en el Cielo y así puede ayudarle mucho. Otro regalo es una de sus hermanas, la segunda concretamente que le da una ternura de madre a Teresa. Esto le marca. Pero poco dura la alegría en casa de los pobres. Su hermana siente la vocación a la vida contemplativa. Cerca de allí hay un Monasterio de Carmelitas donde ingresa.
Teresita se entristece, pero se promete que no dejará de ver a su hermana, porque ella también quiere ser carmelita. A pesar de ser muy pequeña, a medida que crece siente mayor deseo de entrar en el monasterio. Todo se le pone en contra. Ya que no ve posible que se lo permitan, va a ver al Papa León XIII y le pide una dispensa para entrar. El Pontífice encuentra en Teresa a una joven muy virtuosa y le otorga un permiso especial.
Una vez dentro siempre vivió dos momentos de Cristo: su Infancia y su Cruz camino a la Gloria. Ella misma se carteó con misioneros desde las rejas del Convento dándoles aliento. A los 23 años, en plena juventud, siente los síntomas de una enfermedad que le llevará al Cielo con su madre: la tuberculosis. Al aparecer el mal le preguntan las otras religiosas cómo se siente y ella contesta: “Es Cristo, el Divino Esposo que llega”. Muere a los 24 años y ofrece su vida por la extensión del Evangelio en todo el mundo por lo que es declarada Patrona de las misiones junto a San Francisco Javier.