Vuelve a ver la Solemne Eucaristía y Beatificación de las tres mártires enfermeras de Astorga
La ceremonia ha tenido lugar en la catedral de Astorga y ha sido presidida por el Card. Marcello Semeraro, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos
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Ya puedes volver a ver la Solemne Eucaristía y Beatificación de las Venerables Siervas de Dios Mª Pilar Gullón Yturriaga, Olga Pérez-Monteserín Núñez y Octavia Iglesias Blanco, enfermeras laicas mártires de Astorga asesinadas in odium fidei en Pola de Somiedo, Asturias en 1936.
La ceremonia de Beatificación ha tenido lugar en la catedral de Astorga y ha sido presidida por el Card. Marcello Semeraro, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.
Han pasado más de ochenta años desde la trágica muerte de estas mártires y su memoria, sin embargo, no solo no se ha apagado, sino que ha permanecido siempre viva en el corazón del pueblo de Dios, que les recuerdan con admiración y reconocimiento. En marzo de 2006 se introdujo en la diócesis la Causa de Beatificación que concluyó el 11 de junio de 2019 cuando el Papa Francisco autorizó la promulgación del Decreto su martirio y su Beatificación.
Las palabras del obispo, Mons. Jesús Fernández
Mons. Jesús Fernández subrayó al final de la Celebración Eucarística que “a lo largo de su vida se le presentaron a las tres mártires frecuentemente tres opciones: pasar de largo, usar violencia o cuidar al herido, que fue lo que hicieron al final. Decidieron cuidar a los frágiles, aun siendo conscientes del peligro que corrían. Agradecemos al Señor la glorificación de las tres nuevas beatas. En Pilar, Olga y Octavia, el Señor nos ha ensenado un modo de vivir, una autentica vida de fe donde no puede faltar el cultivo de la vida religiosa, la vida comunitaria, la responsabilidad con los pobres y heridos de este mundo"
En la carta semanal que escribió esta semana el obispo de Astorga, Mons. Jesús Fernández recordó que las tres mujeres "no estaban vinculadas a ninguno de los dos bandos que pugnaban en la contienda, en coherencia con el espíritu de imparcialidad de la propia Cruz Roja que acudía allí donde se la llamaba, independientemente de quien controlara aquel lugar. Ellas no empuñaron ningún arma, ni siquiera usaron la palabra para atacar a nadie. Simplemente, movidas por una humana compasión y una virtuosa caridad cristiana, se apuntaron a un voluntariado sanitario aun conociendo los riesgos y peligros que corrían. De este modo, sembraron perdón, reconciliación, paz”, insistió Mons. Fernández.
También explicó que el testimonio de "coherencia y valentía servirá a todos, pero especialmente a los jóvenes” que con frecuencia están "desorientados y perdidos en el contexto de una cultura relativista” por eso animó a que “la contemplación de tres jóvenes como ellos, llenas de vitalidad, inquietudes e ilusiones, podrá ayudarles a encontrarse con Jesucristo, a asentar su vida en valores firmes, a apostar por una fraternidad abierta, universal y comprometida”.