El aviso de la nutricionista Sandra Moñino a los que toman un protector de estómago: "Es como un volcán y entonces..."

Para muchas personas, el protector de estómago es un aliado indispensable antes de enfrentarse a comidas pesadas o cuando sienten molestias digestivas. Estos medicamentos, muy conocidos por su capacidad para reducir la acidez, se han convertido en parte de la rutina de quienes buscan aliviar síntomas como el reflujo o la pesadez. De hecho, es común escuchar frases como "me tomo un protector y así evito problemas".

Este tipo de medicamentos, conocidos también como antiácidos, están diseñados para aliviar molestias digestivas y proteger el estómago en casos específicos. Sin embargo, su uso generalizado plantea preguntas importantes: ¿qué impacto tienen en nuestra salud si los usamos con frecuencia? ¿Son realmente la mejor opción para tratar problemas gástricos?

Para qué sirve el protector de estómago

El protector de estómago está diseñado para reducir la cantidad de ácido en el estómago y proteger su mucosa frente a daños. Este ácido, llamado clorhídrico, juega un papel esencial en la digestión, ya que descompone los alimentos y permite que el cuerpo absorba los nutrientes necesarios.

En el podcast Con Jengibre y Limón, la nutricionista Sandra Moñino, quien ha ganado especial repercusión por su reto de 3 días de alimentación antiinflamatoria, explica cómo este tipo de medicamentos puede alterar el proceso digestivo. "El ácido clorhídrico es fundamental para digerir proteínas y grasas. Si tomamos un protector gástrico, reducimos la acidez y el estómago no trabaja de forma eficiente", afirma Moñino.

Según la experta, al bloquear la producción de ácido, los alimentos no se descomponen de la manera adecuada, lo que puede causar reflujo y otros problemas digestivos. Además, advierte que no se trata solo de un alivio momentáneo, sino de las consecuencias a largo plazo de este hábito.

¿Es bueno utilizar el protector de estómago de forma habitual? 

El problema no radica en el uso puntual del protector de estómago, sino en el abuso del mismo. Muchas personas lo toman de forma habitual sin tener en cuenta las implicaciones. En el mismo podcast, la presentadora María Pérez Espín reflexiona. "Es como una tirita para un problema mayor. Te tomas un protector para seguir comiendo lo que sabes que te hace daño, pero no estás resolviendo nada", explica. 

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Este enfoque puede ser peligroso, ya que al depender del medicamento no se atacan las causas reales de los problemas gástricos. Además, el uso prolongado de protectores de estómago puede dificultar la absorción de nutrientes esenciales, generando deficiencias a largo plazo.

La solución no está en depender de los protectores gástricos, sino en hacer ajustes en los hábitos diarios, como señala María Pérez Espín. Cambiar la alimentación, evitar comidas ultraprocesadas, reducir el consumo de grasas y especias, y comer despacio son medidas que ayudan a prevenir el reflujo y otros problemas digestivos.

Además, Sandra Moñino destaca la importancia de identificar las verdaderas causas de las molestias. "Muchas veces, el problema no es solo lo que comemos, sino cómo lo hacemos", relata al respecto. Por ejemplo, factores como el estrés o problemas relacionados con el colon irritable también pueden desencadenar síntomas que a menudo asociamos únicamente con la acidez.

El protector de estómago no debería ser la única solución para las molestias gástricas. Aunque puede ser útil en ciertos momentos, no es una respuesta definitiva ni saludable a largo plazo. La clave está en escuchar a nuestro cuerpo, cambiar los hábitos alimenticios y buscar soluciones que realmente ataquen el origen del problema.