1ª SAN PEDRO REGALADO

Oreja para Mario Navas en una tarde de esperanzas sin espadas en Valladolid

Mario Navas cortó la única oreja del mano a mano que le enfrentó a Daniel Medina, que se fue de vacío.

Mario Navas con la oreja cortada este sábado en la plaza de toros de Valladolid

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Dos vallisoletanos, mano a mano, en el coso del Paseo de Zorrilla. Y es que Valladolid ya llevaba tiempo, deseando el que dos novilleros en ciernes volvieran a crear esa expectación y esa ilusión entre los aficionados. Rivalidad blanca y violeta, sana y que ojalá perdure en el tiempo. La novillada de “Toros de Brazuelas” también jugaba de local, lo que aderezó el encuentro.

Abrió plaza un novillo con cuajo, hondo, que no quiso ver al caballo. De embestida rebrincada, Daniel Medina que brindó la faena a sus paisanos, le consintió en la muleta en los primeros compases. Condicionado por la escasez de fuerzas, pero al abrigo de cierta clase, supo sacarle esa casta que tenía el de Brazuelas, pero esa sosería de la embestida a media altura hizo que no cogiera velocidad la faena. Media estocada Y mal con el estoque de cruceta que, incluso en uno de los golpes, llegó al tendido sin consecuencias. Ovacionado.

El segundo del lote de Medina, tuvo ese querer y no poder que hace la bravura y la casta, pero que la justeza de fuerzas limitara su condición. Cogió los vuelos de la muleta a media altura y salía del engaño con la cara alta. Siempre quería el primero de cada serie, pero se desengañaba en los siguientes muletazos. Aun así le llevo tapado y con la muleta puesta en el hocico, para intentar ligar las series. Una buena serie al natural para finalizar a un toro que rompió a más. Estocada y una petición unánime que no supo ver el presidente. Vuelta al ruedo y bronca para el palco.

Serio de presencia el castaño que hizo quinto. Empujó al del castoreño. Un cambio de mano sensacional en el centro del ruedo metió al público en el canasto. Templado, siempre con la mano baja, por un pitón derecho que tenía la nobleza como condición. Hubo el desajuste de la falta de confianza. Clase por parte del de Brazuelas y falta de confianza por parte de Daniel, para cuajar una faena de altos vuelos. Aun así, Daniel demostró argumentos y esa raza que necesita esta profesión. Lo de la espada, punto pendiente

Ovacionado de salida el primero del lote de Mario Navas. Temple en el recibo capotero muy acompañado de la cadera y de esa quietud y elegancia que atesora Mario Navas. Desde muy largo se fue al caballo para recibir un puyazo trasero.

Genuflexo, comenzó en el tercio Navas. Trincherazos de calidad para dejar en el medio al de Brazuelas, que tuvo calidad y siempre fue a más, para decir quién mandaba en el ruedo. Una faena variada, bien estructurada y que enseguida caló en los tendidos. Muy cruzado siempre, mostró todo lo que tenía por ambos pitones, pero también demostró los terrenos que pisa Mario Navas. Epilogó con ayudados por alto, con esa torería que tienen los tocados por la varita de la clase y dejar al toro colocado para ejecutar la suerte suprema. Mal con la espada. Ovacionado el toro y el torero.

Serio el que hizo cuarto de la tarde. Con cuajo, hondo, hecho cuesta arriba. Ni el poco viento que sopló en esos momentos, ni la brusquedad de los primeros encuentros con las telas, dejaron ver a Mario Navas en el capote. Muy brutote el de Brazuelas en los inicios con la muleta. La naturalidad de Mario, junto con el manejo de los tiempos, hacen que las faenas ganen en emoción. Y lo demostró con este novillo. Sin romper, con hechuras de toro, supo administrar las series por ambos pitones con la mano a media altura, consistiendo para que se terminara de entregar. Dos series al natural fueron las que calaron en el tendido. Siempre muy en novillero. No estuvo bien otra vez con la espada.

Cerró plaza un novillo que quiso rajarse en el principio, pero que la casta y la bravura le hicieron ir a más. Mario Navas demostró entender y comprender el porqué del sitio de hacer la faena. Siempre fuera de las rayas, asentado, y tapando los defectos del animal. Por ambos pitones torea siempre la mano que lleva la muleta, pero también la otra mano. Como dibujando una expresión y una coreografía propia de un bailarín. Y es que esto del toreo es eso, expresión. Para enmarcar el final de faena con esos ayudados por bajos de cartel. Mató de pinchazo y estocada.

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