José Vilaplana, obispo emérito de Huelva: "El Evangelio va más allá de las ideologías"

En el quinto capítulo de la tercera temporada de 'Eméritos', Vilaplana ha repasado toda una vida al servicio de la Iglesia y cómo es su día a día en su pueblo natal, Benimarfull, en Alicante

Huelva

José Melero Campos

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José Vilaplana tomó la decisión de retirarse tras su 'jubilación' al pueblo donde nació, Benimarfull, en la provincia de Alicante, tras más de medio siglo de ausencia, aunque con idas y venidas para visitar a sus padres y amigos de toda la vida.

'Eméritos' se ha trasladado hasta el municipio, de unos 400 habitantes, para visitar al obispo emérito de Huelva. Junto a Isidro Catela, Vilaplana ha paseado por las calles de Benimarfull, donde de niño jugaba por sus plazas y aprendió a elaborar pan, vino o los secretos de la vendimia.

Una infancia feliz pese a los blancos y negros de aquella España. Fue en Benimarfull donde José Vilaplana vio nacer su vocación sacerdotal gracias al párroco. Con tan solo trece años, comunicó a sus padres que quería ingresar en el seminario, y lo que ello suponía: dejar atrás su vida conocida hasta entonces.

“Yo era el mayor de tres hermanos, mi padre no era muy religioso y a mi madre le costaba más lo de la separación, pero supieron respetar mi vocación”, ha relatado en 'Eméritos'.

De las tensiones posconciliares a la crisis vocacional de hoy: “Hay miedo a tomar decisiones”

Por aquel entonces, finales de los cincuenta y primeros sesenta, no había crisis de vocaciones al sacerdocio como hoy, si bien José Vilaplana recalca que tuvo que vivir los años posteriores al Concilio Vaticano II, cuando muchos compañeros seminaristas abandonaron.

“El Concilio abrió un horizonte maravilloso, pero el posconcilio creó unos enfrentamientos muy dolorosos. Un profesor decía que el Concilio no lo hemos leído, solo subrayado, no se ha visto el mensaje en su globalidad, sino que cada uno subrayó lo que a mi me da la razón y está en contra de lo que tu puedes percibir. Se vivió mucha crispación y secularizaciones, bastante de mis formadores se secularizaron, todo se cuestionaba, la liturgia, el celibato...”, ha recalcado.

Hoy el problema es diferente a juicio del obispo emérito de Huelva, quien opina que a crisis vocacional se debe al “miedo a tomar decisiones que impliquen toda la vida, no solo en el ministerio sacerdotal, sino en la vida matrimonial. El concepto sacrificio como donación de la vida ha desaparecido porque parece que eso te quita libertad, pero cuando tomas una decisión que implica toda la vida es la gran libertad, he querido esto y pese a las dificultades sigo queriendo esto”, ha subrayado.

De ahí que el obispo emérito haya instado a las familias a tomarse en serio una educación en valores para no “dejarnos llevar por el consumismo y vivir al dictado de los grandes medios o grandes corrientes de pensamiento”, y alerta del peligro de la frase “que no le falte a mi niño lo que no he tenido yo”, porque de esta manera los hijos, continúa explicando José Vilaplana, “comienzan a tener tantas cosas que pienso que a veces se apagan los deseos y los interrogantes serios. Si todas las necesidades o caprichos de manera inmediata son respondidos y atendidos falta un desarrollo de deseos más profundos”.

“El Evangelio está más allá de las ideologías”

Además, ha indicado que las familias deben educar a sus hijos aceptando el mundo en que vivimos “sin añoranzas” y cuidando “los ámbitos donde la transmisión de la fe se cultive” y las convicciones sean sólidas: “Se confunde que ser abierto es no tener ninguna convicción. Una persona para tener diálogo con otros tiene que tener convicciones y respeto”, ha remarcado. 

José Vilaplana también ha mostrado sus reparos a aquellas ideologías extremas que “quieren atrapar el Evangelio” como si fuera una jaula, y se reafirma que “el Evangelio está más allá de las ideologías, de cualquier intento de reducirlo a unos intereses concretos y es la persona misma con Jesús la que ayuda a vencer todas las dificultades”.

A lo largo de su etapa como obispo auxiliar de Valencia, obispo de Santander y de Huelva, José Vilaplana ha conocido multitud de realidades y problemas, desde las adicciones a las drogas, el SIDA o la pobreza de los migrantes que llegan desde nuestras costas.

A día de hoy, Vilaplana percibe que a estos problemas se suman nuevas pobrezas, entre las que destaca la soledad: “Es una de las pobrezas de hoy, o tener mucho dinero y sentirse desgraciado por no tener a nadie que con gratuidad le haga caso”.

La opinión de José Vilaplana sobre Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco

Cuestionado por los papas que José Vilaplana ha tenido oportunidad de conocer a lo largo de su ministerio episcopal, asegura que en cada tiempo ha sido elegido Pontífice la figura más adecuada.

“De Juan Pablo II la primera vez en su despacho me preguntó dónde estaba Santander, me señalaba el País Vasco o Asturias, y yo le tuve que explicar lo que era un autonomía pequeña. El Papa Juan Pablo II era un volcán de fuerza, de fuerza evangelizadora, de fortaleza ante la dificultad. En su primera entrevista le pedimos consejo y nos dijo '¡coraggio!'. Era el gran deportista del Evangelio”.

Sobre Benedicto XVI, Vilaplana tuvo oportunidad de conocerle antes de ser Papa: “Me pareció de una delicadeza, de una capacidad de acogida, una capacidad intelectual extraordinaria pero expresada de manera muy clara y muy humilde. Del Papa Benedicto XVI me ha impresionado lo bien que trata a los anversarios intelectuales, con los que no estaba de acuerdo nunca los desprestigia. Una luz extraordinaria pero de manera sencilla y cordial”, ha señalado.

Por último, sobre Francisco, el obispo emérito de Huelva ha destacado su espontaneidad: “Necesitábamos esos gestos que son fáciles de interpretar, subir al avión con la bolsa, ir a una tienda a probarse unas gafas... Este hombre intenta abrir puertas, abrir caminos y donde hay más pobreza, más tristeza, más desesperanza, una de sus opciones ha sido ir a los lugares donde la persona está más en la periferia”.